La economía colaborativa implica que las personas compartan recursos, habilidades y conocimientos, lo que les permite ahorrar dinero y obtener beneficios mutuos. Ahora, gracias a la tecnología, se ha facilitado el acceso a plataformas digitales que conectan a los usuarios con los recursos y servicios que necesitan.
En nuestro país, la economía colaborativa se ha hecho popular en diversos sectores. Un ejemplo conocido es el de compartir automóvil, también llamado carpooling. Plataformas digitales como BlaBlaCar y Amovens permiten a las personas compartir sus autos para viajar a diferentes destinos, lo que les permite ahorrar dinero en combustible y peajes, y al mismo tiempo reducir el impacto ambiental de los viajes.
En el sector educativo, también encontramos opciones de esta práctica, en plataformas como Coursera, Udemy, edX y Crehana que ofrecen cursos en línea a precios accesibles, lo que permite a las personas acceder a educación de calidad desde cualquier parte del mundo, por medio de un dispositivo con acceso a internet.
Otro modelo destacado es el alquiler de alojamiento a través de plataformas como Airbnb. Esta práctica permite a las personas alquilar sus hogares o habitaciones a turistas, en lugar de hospedarse en hoteles convencionales. Por lo tanto, brinda a muchas personas una fuente adicional de ingresos y a los turistas la oportunidad de acceder a alojamientos más baratos y auténticos.
El coworking es otro ejemplo de economía colaborativa (tuvo su boom después de la pandemia, derivado del home office), son oficinas compartidas donde profesionales y empresarios pueden trabajar y colaborar entre sí. Dichos espacios ofrecen una alternativa más económica al alquiler de oficinas tradicionales, al mismo tiempo que fomentan la colaboración y el establecimiento de networking entre sus usuarios.
En resumen, la economía colaborativa ofrece alternativas más económicas y sostenibles a los modelos de negocio tradicionales, al mismo tiempo que fomenta la colaboración y el intercambio de recursos y conocimientos.